El tiempo en: Jaén
Publicidad Ai

España

Algo se muere en el alma...

Publicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Fin de semana de sentimientos contenidos. El sábado se le decía el último adiós a uno de los seres más entrañables que han paseado por Jerez en las últimas décadas. Manolito, Manolito el del Huerto, era fundamentalmente una buena persona, un niño grande que te lo encontrabas en cada esquina, en cada puerta de iglesia, en las gradas de Chapín, en una peña flamenca. Siempre solo, constantemente sonriendo, con los brazos y el corazón abierto, con su llavero del Xerez, con su cuerpo de hombre y su alma de niño. Conocía a todos y todos le conocían a él. Los de las hermandades, los hombres del fútbol y los que no eran ni de las hermandades ni del fútbol. Manolito se fue y con él se ha ido un trozo de la historia de la calle de los últimos cincuenta años. Y hace ya muchos años, va para catorce, le segaron la vida, en un noche de truenos y salvajadas, a Juanito Holgado, aquel niño al que yo ví jugar primero en el Flamenco y luego en el Xerez B, aquel chaval que estuvo a punto de ir al Betis, aquel muchacho que no tuvo fortuna en el fútbol y que se ganaba la vida en la gasolinera de Martín Ferrador. Una tragedia y un asesinato que está sin cerrar para desesperación de unos padres que el domingo, en Chapín, quisieron que España entera se enterase que su hijo yace en un nicho del Cementerio y que sus asesinos posiblemente estén vagando por las calles de Jerez o de cualquier ciudad, que después de catorce años de juicios, de investigaciones paralelas, de Padre y Madre Coraje, el asunto está igual que aquella fría mañana del mes de noviembre cuando unos desalmados se ensañaron con Juanito y le quitaron una vida que palpitaba en ilusiones de futuro inmediato. Por eso, Jerez, el Jerez que se citaba en la mañana dominical en  Chapín, entendió el gesto de Paco Holgado y aplaudió y llenó sus oídos con el nombre de su hijo. Ha sido un fin de semana de sentimientos encontrados. De una parte el adiós a un amigo, un amigo de todo Jerez, como era Manolito, y el reencuentro de nuevo con una tragedia que no tiene solución judicial, porque el caso de Juan Holgado se ha archivado. Para la justicia, pero no para sus padres ni para Jerez.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN