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Lo que queda del día

Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?

De los niños que de mayor querían ser como Mario Conde vamos a pasar a los niños que quieran ser directores del Instituto Andaluz de Cualificaciones Profesionales o políticos que practiquen la impunidad, como Duran i Lleida

Antiguamente, cualquier niño al que se le preguntaba siempre solía tener claro lo que le gustaría ser de mayor. Eran, además, aparentemente concretos a la hora de elegir la profesión, sin sofisticaciones, influidos por su entorno más cercano, por sus aficiones o lo que veían en las películas, y constantes y persistentes en su empeño por conseguirlo. Sin embargo, todo comenzó a torcerse el día en que los niños que soñaban con ser astronautas, cantantes, futbolistas o policías, recién descubierta su pubertad, decidieron cambiar sus preferencias y sus referencias. Fue el día en que muchos de ellos supieron que de mayor querían ser como Mario Conde.

No sé si decepcionaron a sus padres o, con el tiempo, terminaron por decepcionarse a sí mismos, pero, por mucho que hayan cambiado los tiempos, y por más peligrosas que puedan ser las nuevas preferencias y referencias de los niños de hoy en día, lo que tengo claro es que ninguno va a responder a la pregunta de manual diciendo que de mayor quiere ser “director del Instituto Andaluz de Cualificaciones Profesionales de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía”, por muy bien pagado que pueda estar el puesto, que seguro que lo está.

¿Se lo imaginan?: “Y tú, nene, ¿qué quieres ser de mayor?”. “Pues de mayor quiero ser director del Instituto Andaluz de Cualificaciones Profesionales”. La pregunta lógica que viene a continuación, y que muy pocos se han hecho hasta el momento, es “¿y eso qué es lo que es?”, o “¿y eso para qué sirve?”, o “¿y qué hay que estudiar para ser eso?”. Lo que es y para lo que sirve viene explicado (?) en su página web: “es un órgano técnico, que depende funcionalmente del Consejo Andaluz de Formación Profesional y está adscrito a la Dirección General de Formación Profesional y Educación Permanente de la Consejería de Educación. Sus funciones están establecidas en el Decreto 1/2003, por el que se crea (?). Entre sus objetivos se encuentra el promover actuaciones de coordinación con el Instituto Nacional de las Cualificaciones (INCUAL) y con el resto de Institutos similares creados en otras Comunidades Autónomas ” (!). Como dirían Los borrachos del Selu, “¿qué carajo es eso dios mío de miarma?”.       

Para llegar al cargo se requiere alta cualificación y, ahora, también, un carnet -no el del DNI, ni el del paro, sino el que ya se imaginan- y años de servicio contrastado con la causa -la política, se entiende-. Y es que, como escribía esta semana David Trueba, “los partidos son una fuente inagotable de ofertas laborales. Un hábito aceptado con desidia, pero sobre todo cuando funciona el don de la oportunidad y nos pilla mirando para otro lado”. El día que los niños sean conscientes de esta máxima se producirá otro punto de inflexión similar al que se produjo cuando los de aquella otra generación se fijaron en Mario Conde. El problema es que ese día puede que tampoco esté demasiado lejos, vista la impunidad desde la que siguen ejerciendo algunos altos cargos -Duran i Lleida, el más reciente en apuntarse el donde dije Diego...- y encontrando acomodo otros sin importar el currículum que les precede.

Pero, insisto, aquí la mayoría se ha fijado en quien asciende, pero no en el cargo ni en el tipo de peonadas que implica -mentalmente agotadoras, seguro-, y menos aún en la institución, una más entre los muchos organismos y empresas públicas que han ido proliferando con el paso de los años sin que la mayoría sepamos de su existencia -algo con lo que cuentan, supongo-, ni las funciones que desempeñan, ni su contribución para con el desarrollo de nuestra región, ni mucho menos su rentabilidad o necesidad, pero que se han convertido en la coartada perfecta para reservar una alternativa profesional a quienes han sido defenestrados de su poltrona, con o sin razón, con o sin motivos, con más o menos lógica, pero, siempre, después de desempeñar una labor meritoria en las conquistas políticas a favor de una siglas -para las conquistas sociales están las urnas y ponen a cada uno en su sitio-. Si es así, cómo no va a haber niños que quieran ser de mayores directores generales de la cosa... y hasta mayores que ya han olvidado lo que querían ser de niños.

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