El tiempo en: Jaén

Notas de un lector

Poemas con pájaro

Bajo el título de “En el árbol del tiempo”, ve la luz una singular antología de Eloy Sánchez Rosillo que reúne treinta y tres “poemas con pájaro”.

Bajo el título de “En el árbol del tiempo” (Pre-Textos. Col. El pájaro solitario. Valencia, 2012), ve la luz una singular antología de Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) que reúne treinta y tres “poemas con pájaro”.
El también poeta Juan Marqués, compilador e instigador de este florilegio, aclara en su presentación, que previo a la lectura de los ocho librospublicados hasta la fecha por el poeta murciano, tuvo la premeditada intención de extraer de ellos todos aquellos versos en los que “revolotease un jilguero”. La atenta revisión de los poemarios, le hizo entender que  sería complejo prescindir de otras aves que sobrevolaban, a su vez, aquellas páginas: mirlos, petirrojos, golondrinas, grullas, palomas, verderones, alondras cigüeñas… Así que, su inicial proyecto monográfico, acabó convertido en una recopilación abierta. La buena disposición con la que el propio Sánchez Rosillo acogió la idea y la grata colección en la que el sello valenciano ha editado estos textos volanderos,suponen una excelente manera de acercarse a una poesía armoniosa y delicada.

     Como llevado por las alas ilusionantes de tantas y tan diversas aves, el tiempo se sucede vertiginoso en estos poemas que crecen desde el interior del alma. Y pasado y futuro se intercalan en un presente desde donde se alza renovada, la esperanza:  “No me cabe en el cuerpo la alegría/ de que por fin haya llegado marzo./ No sé qué hacer con ella: sobra tanta/ que hay para dar y repartir. Acaso/ la desmenuce en migas de pan tierno/ y se la eche a los pájaros”.
Esa alegría por compartir, se torna también agradecimiento cuando el latir de la vida puede escucharse intensamente, junto “a los inquietos mirlos del jardín y a las grullas/ que vi surcar los cielos”; en otras ocasiones, “la golondrina/ que vuela en el jardín de un lado a otro”, y la soledad que se instala en derredor sirve como meditación confesional y lírica: “Íntima melodía de noviembre,/ balada de este río que aquí acaba/ y de la hermosa vida que se va”.

     Afirma Eloy Sánchez Rosillo, en el epílogo, que la hegemónica presencia del jilguero en su poesía, tiene que ver con las muchas veces que en su infancia y adolescencia pudo disfrutar de él: “Nunca me canso de pensar en tan menudo y mágico ser, y lo tengo en el corazón como pájaro tutelar”. Una finca familiar en una aldea de la Mancha, le permitió compartir junto a los jilgueros que anidaban en los almendros, inolvidables instantes, y aún más intensos cuando, en compañía de alguno de sus hermanos, conseguían amaestrarlos dentro del caserón donde vivían.
Aquellos momentos -que desaparecieron para nunca volver tras la venta de la finca-, están impresos en estos cantos cargados de memoria, donde la naturaleza y los paisajes vistos desde la atalaya de los años, cobran acentuado protagonismo: “Cómo me gustaría estar ahora/ lejos de la ciudad (…) Estar allí de nuevo,/ después de tantos años de ausencia: andar sin rumbo/ en la luz vespertina/ a través de las hazas o por el monte bajo./ Entre las ramas de un enebro dice/ su canción un jilguero”…

     Una antología, en suma, alada y sugeridora, de muy altos vuelos, para escuchar pausadamente, el lírico gorjeo que late en su interior.

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN