La calle de San Francisco es larga y serena y tiene cuatro farolas. Lo sabemos porque lo cantamos cada año dentro del ciclo festivo de la Navidad. La calle, en realidad, está en Arcos, que es larga, era serena y tenía cuatro farolas, y Jerez la adoptó y la adaptó -la letra- hasta contribuir definitivamente a su popularización, dentro de ese natural y agradecido intercambio de ida y vuelta del que se enriquecen muchas de nuestras tradiciones.
De hecho, la tradición oral sitúa a Arcos en el origen de muchas de esas letras, cuando no en las plumas de Antonio Murciano, el poeta de la Navidad, o Julio Mariscal; del mismo modo que las celebradas adaptaciones flamencas realizadas de esas composiciones desde Jerez han terminado por influir en cómo canta nuestra tierra en Navidad.
Cabe entender que es ese feliz contagio lírico musical el que ha llevado a la Consejería de Cultura a confundir el fondo con la forma, las partes con el todo, y pretender una declaración de Bien de Interés Cultural conjunta para la zambomba de ambas ciudades, pese a que la iniciativa partía exclusivamente de Jerez y pese a que les une el origen, pero no la trascendencia festiva en que se expresan cada una de las poblaciones en Navidad.
De hecho, en Arcos ni siquiera se habla de zambomba, aunque el instrumento esté presente, sino de buñuelá o buñolá -de ahí también la errónea acepción de zambombá cuando ha empezado a sentir la influencia jerezana-, y sus convocatorias aún conservan una familiariedad a la que son ajenas las multitudinarias convocatorias de las zambombas jerezanas, pese a que, eso sí, en ambos casos todo se originara en los patios de las casas de vecinos en torno a una candela y compartiendo dulces y licores.
Entiendo el enfado de ambos ayuntamientos, incluso la bien intencionada iniciativa de los redactores del expediente -dudo que el turista que venga en diciembre vaya a leérselo para comprobar si está justificada la fama y el título-, pero no que se haya tardado tanto en tramitarlo y que ni siquiera se haya notificado nada a los interesados en aras de mantenerles informados, lo que habría evitado un conflicto institucional al que, ya de paso, se le han apretado las tuercas tanto desde Jerez como desde Arcos para convertirlo en nuevo gesto de desaire de la administración autonómica -y socialista, tampoco conviene olvidarlo, no pretenda apuntarse un tanto a cuatro meses de las elecciones-.
En cualquier caso, no es el único debate que emana de unas fiestas ya superadas y en las que la planificación de la atención sanitaria ha dejado en evidencia las vergüenzas de la Junta, como esas batas de enfermos que se atan a la espalda y te dejan siempre el culo al aire.
La respuesta, tan necesaria como tardía, ha ido acompañada de una loa de agradecimientos a los profesionales sanitarios que ejercieron como tal en el campo de batalla de las urgencias, que es donde se desborda la insostenible verdad de las carencias de nuestra sanidad pública y donde se reciben a pecho descubierto las balas de la indignación que deberían ir directamente a los despachos.
Salir de las fiestas ha sido asimismo volver a los tribunales, que es donde ahora se dirime la gestión municipal de muchos ayuntamientos. La exalcaldesa Pilar Sánchez los ha pisado por tercera vez y no me extraña que ande empeñada en narrar sus vivencias en forma de libro, en explicar esta incómoda e insufrible realidad, en buscar respuestas y culpables, entre otras cosas porque, a priori, el caso PTA, en el que no llegaron a consumarse los supuestos hechos, parece sacado de la mente de Philip K. Dick y su relato El informe de la minoría, en el que un cuerpo policial detiene a las personas antes de que sepan que van a cometer un presunto delito.
Y digo “a priori” porque a medida que se suceden las declaraciones queda en evidencia cierto halo de sospecha, cuando no de ineficacia, con los dos exdelegados soltando lastre y la figura del capataz agrícola que pasaba por allí y terminó firmando un documento vinculante que se negó a sellar un superior.
Habrá quien prefiera la ineficacia, que está libre de toda sospecha. Conviene tenerlo presente ahora que el PSOE ha propiciado el debate sobre Emusujesa sin saber lo que escondía detrás.