La longevidad de las personas hoy en día está estrechamente relacionada con la cantidad de atenciones que se le dedique al cuidado del cuerpo siguiendo los consejos que los profesionales nos ofrecen a cada momento a través de los distintos medios de los que disponemos. De esta forma conseguiremos en buena medida franquear las páginas del almanaque con una excelente calidad de vida. No como nuestras generaciones predecesoras, en las que raro era ver a un jubilado dándose su caminata diaria por la orilla de Camposoto en el mes de agosto, o en el Parque del Oeste cuando el frío pide protegerse las carnes.
No existe, que se sepa, un manual ex profeso para poner en aplicación los consejos recomendados, pero tampoco es necesario. Es tanta la insistencia de los organismos competentes, que ya se los tiene uno mamaditos de memoria.
Parece ser que hay dos cuestiones que prevalecen sobre todas las demás y que son no fumar y hacer al menos treinta minutos diarios de ejercicio físico. Estas premisas quedan complementadas con un sinfín de sugerencias que, una vez llevadas a la práctica, garantizan la dilación del envejecimiento, desgaste y deterioro de nuestro organismo y legitiman un estado de salud a salvo de muchas enfermedades a las que, en caso contrario, estaríamos condenados a padecer sin lugar a dudas. La lista de recomendaciones es interminable, solo detallaré las que vaya recordando mientras escribo hasta llegar al punto final.
Come sano. Vigila la obesidad y elimina los kilos de más. Para ello el endocrino se encargará de prescribirte la dieta más conveniente según tus necesidades. En fechas próximas a primavera acude al alergólogo; el polen es peligroso para las vías respiratorias y hay que vigilarlo. No olvides revisarte el corazón periódicamente; tu cardiólogo lo controlará debidamente. Una ecografía anual del aparato digestivo es fundamental para saber como andan las tripas, y una visita al dermatólogo cada semestre advertirá a tiempo de la existencia de melanomas. El otorrino se encargará de evitar futuras sorderas, padecimientos nasales y disfunciones de la laringe; un examen trimestral puede ser suficiente. No olvides visitar al foníatra y al logopeda en cuanto notes carraspera o se te trabe la lengua, ellos velaran por el buen estado de tu garganta y tu correcta articulación oral. Una revisión mensual en neurología es fundamental para prevenir enfermedades degenerativas. No dejes de acudir al reumatólogo quincenalmente, sobre todo en esta zona nuestra donde la humedad tanto daña los huesos. La urología es una especialidad a la que debemos dedicar especial cuidado; con los genitales y sus periféricos no se juega. Según la edad, una exploración de diez en diez días sería ideal. El oculista y el dentista son comida aparte, ellos deben ser como de la familia. Aquí no hay tu tía que valga: si es necesario se visitan semanalmente. Si importante es cuidar la salud corporal, no menos lo es la salud mental, para ello, acude al psicólogo al primer síntoma de cabreo si tu equipo pierde, y mantente en continuo contacto con el psiquiatra cuando lo goleen. Tras esos incipientes síntomas banales pueden camuflarse peligrosas alteraciones cerebrales y traumas irreversibles. Dos consultas semanales a cada uno de ellos sería lo ideal para mantener una aceptable estabilidad emocional. Pero sobre todo no olvides al médico de familia. Visítalo diariamente. Exígele un chequeo completo cada mes, y una analítica cada semana. Todas las precauciones serán pocas para prevenir males posteriores. Con todo esto tal vez consigas llegar a viejo. Lo malo es a ver de donde sacas tiempo para buscarte las habichuelas y disfrutar de la vida entre tanta consulta y tanta revisión.
Me parece que llevaba razón Quevedo cuando dijo aquello de que, la posesión de la salud es como la de la fortuna: solo se disfruta gastándola.
Como casi siempre, creo que en el término medio está la virtud. Cierto que hay que visitar al médico, pero tampoco no es plan de quedarse a vivir con él.