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Lo que queda del día

Trump, ¿premio Nobel de la Paz?

Se suceden y acumulan las señales para generar más desesperanza y preocupación a nuestro alrededor

Publicado: 15/02/2025 ·
23:58
· Actualizado: 15/02/2025 · 23:58
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  • Trump y Putin. -
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

Lo que queda del día

Un repaso a 'los restos del día', todo aquello que nos pasa, nos seduce o nos afecta, de la política al fútbol, del cine a la música

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A finales de 2009, el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Aquella distinción, junto con la de Bob Dylan a Premio Nobel de Literatura, ha sido una de las más controvertidas de los últimos años; entre otros motivos porque muchos la consideraban prematura y, en especial, porque se justificaba en la trascendencia de un mensaje y no en sus consecuencias efectivas: Obama había ofrecido “esperanza para un mundo mejor”. De hecho, en su discurso de aceptación fue tan sincero como honesto: “No traigo conmigo hoy la solución definitiva al problema de la guerra. Hay que aceptar la dura realidad. No erradicaremos el conflicto violento en nuestras vidas”. No lo logró en sus ocho años de mandato.

Y sin embargo, cuando Donald Trump anunció esta semana que tenía la solución para poner fin a la guerra en Ucrania, nadie lo señaló como firme candidato a próximo Premio Nobel de la Paz, por mucho que su anuncio respondiese a las plegarias de millones de personas. Del mismo tipo que una semana antes había manifestado su deseo de transformar la franja de Gaza en un resort turístico y que después había amenazado a Hamas con convertir sus vidas en un infierno, cabía aguardar todo tipo de triquiñuelas para enmascarar el trasfondo de una jugada que no hace sino rescatar del olvido una de las señas de identidad que marcaron la política de la Casa Blanca desde Reagan a Bush hijo: asumir el papel de policía del mundo... por meros intereses económicos y especulativos. En el caso concreto de la guerra de Rusia contra Ucrania, dar “alas al deseo de Putin de transformar a Europa en su esfera de influencia”.

Así lo expresaba este sábado la exministra socialista de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, en una entrevista publicada en El Mundo en la que recordaba su experiencia con la anterior administración Trump. “La política de Trump está hecha para desestabilizar”, exponía preocupada, y no sólo por la cuestión de Ucrania, sino por sus ataques a la Unión Europea: “Nuestro talón de Aquiles, y eso Donald Trump lo sabe muy bien, es que se juegue a la división. No le gusta Europa y la ve débil, por lo que la unidad es la mejor respuesta ante el ataque del nuevo presidente de EEUU”.


 González Laya dejaba una frase ilustrativa al respecto, casi un aviso a navegantes: “La mejor manera de negociar con Trump es con la pistola cargada y colocada sobre la mesa”. El símil es contundente, pero también inspirador, como sacado de una charla motivacional, que es lo que parece que necesitan ahora nuestros dirigentes europeos para hacer frente a los desafíos precipitados desde el sillón del despacho oval. Eso o ponerse el discurso de Hugh Grant en Love Actually, donde hace de primer ministro británico y saca los colores a su homólogo estadounidense en una comparecencia de prensa después de que éste presumiera de una relación en la que ejercía la superioridad: “Me encanta la palabra relación, porque cubre todo clase de pecados. Temo que ésta se ha convertido en una mala relación, basada en que el presidente de EEUU toma lo que quiere. Tal vez seamos un país pequeño, pero somos grande también. El país de Shakespeare, Churchill, los Beatles, Sean Connery, Harry Potter, el pie derecho de Beckham, y ya puestos el izquierdo también; y un amigo que nos amedentra ya no es un amigo, y como los bravucones solo responden a la fuerza, a partir de ahora estaré preparado para ser más fuerte”.

Ese discurso de ficción fue escrito hace 22 años y podría valerle ahora mismo a Ursula von der Leyen. Seguro que la aplaudiríamos, aunque sabemos que no va a ir tan lejos: la diplomacia también tiene sus formas para decir lo mismo con otras palabras sin necesidad de focos ni escenarios públicos. Al menos, en eso confiamos mientras se suceden y acumulan las señales para generar más desesperanza y preocupación a nuestro alrededor -qué oportuno el asteroide 2024 YR4 para obligarnos a mirar al cielo en vez de al frente-.

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