Estamos acostumbrados a asociar un resultado con alguno o varios sucesos que lo desencadenan. La conexión entre causa y efecto se visibiliza mejor cuando después de la primera aparece el segundo, pero no siempre ocurre así. Algunas causas no son suficientes para generar un resultado. Se necesita masa crítica para que se produzca, esa que parece imposible de alcanzar para evitar que nuestro sistema económico, político, social y de valores se siga descomponiendo. Otras veces, el efecto tarda en aparecer y se pierde la conexión aparente con las causas, sobre todo si el efecto es malo, porque si es un resultado positivo habrá muchos interesados en atribuírselo.
En la realidad no hay una única causa que sea responsable de un efecto, sino que intervienen una combinación de causas en un contexto determinado. No obstante, es más fácil vender una única causa, la más importante, o la desencadenante. Si preguntamos qué causó la pandemia seguro que muchos mencionarían al pangolín, o si preguntamos por qué nos encerraron en casa la respuesta más frecuente será que fue por recomendación de un comité de expertos, aunque nunca se supiera quiénes fueron, salvo los expertos en llevarse comisiones. Recientemente, todavía no sabemos si la causa del apagón fue un ciberataque, fruto de la incompetencia o un experimento. Pero no hay que preocuparse, siempre que ocurre algo se nombra una comisión para que llegue hasta el fondo que convenga llegar, cuando convenga hacerlo. Es decir, para que haya tiempo de inventar alguna causa que interese para explicar lo ocurrido o provocado, cuando la mayoría de la gente ya esté en otras cosas.
Cuando se pierde la conexión lógica entre causa y efecto todo es posible. Nos están acostumbrando a tener causas sin efectos (delitos sin castigo), efectos sin causas conocidas (apagón), y efectos con culpables indubitados (el cambio climático). El ciudadano europeo de a pie es responsable, conduce su coche y respira por encima de las posibilidades del planeta para sobrevivir. Todo influye, pero el planeta parece no afectarse por los constantes viajes en avión privado de los poderosos, por el crecimiento del turismo aéreo y espacial, y por los trayectos de miles de kilómetros en barcos para hacernos llegar frutas y verduras que podríamos consumir de productores locales y nacionales, sin contar con la ropa y productos de todo tipo que se importan porque cada vez tenemos menos industrias. Quizás una causa importante de todo lo que pasa es que cada vez permitimos más que nos manipulen sin que haya consecuencias.