La gestión de los asuntos públicos exige por parte de nuestros representantes mucha aplicación y dedicación, y ser perseverantes y pacientes en el día a día hasta conseguir los objetivos propuestos: es un largo camino, tortuoso, complicado y difícil, que está lleno de obstáculos y sinsabores, con alguna salpicadura que da, el haber cumplido con el compromiso adquirido con los ciudadanos y ciudadanas.
Hay sin embargo, quienes piensan que existen los milagros en esto del trabajo político, y que solo basta con tener ideas y expresarlas, con hacer una rueda de prensa y vender lo posible y lo probable, lo cierto y lo incierto, lo real y lo fantástico , y tras hacerse la foto a otra cosa mariposa.
Estos dan la impresión de estar siempre satisfechos ocurra lo que ocurra, no miran hacia adelante , solo se contemplan el ombligo, y no se hacen preguntas, por lo que es difícil que logren obtener respuestas, y no saben que es lo que quieren, ni se les ocurre articular quienes van a llevarlo a cabo , ni como, ni por qué han tomado un camino y no otro , y para qué sirve ese proyecto que siempre anuncian y nunca cumplen.
Tambiénexisten los que se pierden en la selva de los despropósitos, y confunden su rol de quien ha de tomar la decisión y hacer el seguimiento, y sienten la tentación de ser los directores y gestores técnicos o terminan cayendo en tareas administrativas, presos del hábil funcionario en busca del papel perdido.
Lo mejor de la gestión es cuando los problemas se resuelven, se responden a las demandas de la ciudadanía y se concreta lo que era una idea en una iniciativa y en una realidad, que tiene la legitimidad de ser útil para las personas . Claro está que hasta llegar hasta este punto y seguido, son muchas horas y puntadas, que casi nadie ve, aunque algunos lo supongan.
Tal vez lo peor de la misma, no sea el no tener propuestas o recursos , que ya es grave, sino caer en la frivolidad de pensar que los planes se realizan solos o por generación espontánea y esperando el prodigio de dejar pasar el tiempo que va de la ilusión a la frustración.
Cuando todo va bien, todo el mundo contento y el listillo de turno a colgarse las medallas, en caso contrario los incompetentes juegan al deporte del mal político , que es pasar la bola y apuntar a los otros como responsables de su inutilidad y su falta de crédito, señalando una víctima propiciatoria a quien echarles las culpas.
Buscar razones para justificar lo injustificable , provoca falta de credibilidad y desconfianza, por eso es necesario que la gestión de nuestras mujeres y hombres de la política sea clara y transparente, limpia , legal y eficaz. Los que solo piensan en lograr sus objetivos a cualquier precio y cueste lo que cueste , caen con facilidad en el despotismo de quienes creen , que como ellos son los que mandan y pueden hacer lo que les venga en gana en cada momento, lo que siempre termina mal y en algunos casos en la corrupción.
Pero dentro de esta variada fauna humana, están los que se colocan el corsé de la legalidad , sin buscar las distintas soluciones que la propia ley ofrece , suelen ser víctimas de las parálisis y escriben las crónicas de la inoperancia ,por eso resulta impresentable e inaceptable posicionarse con la norma según les convenga.
Las administraciones públicas tienen la obligación de facilitar la relación con el administrado , y en ese sentido guardando todas las garantías que exige cualquier proceso administrativo hemos de situarnos en los tiempos que estamos e incluso por delante de los acontecimientos.