La victoria del demócrata Joe Biden en las elecciones estadounidenses tendrá una previsible repercusión mundial en la política internacional y económica de la Administración Biden a partir de enero. La revisión o supresión de los aranceles a productos agroalimentarios españoles, como es el caso del aceite de oliva y la aceituna, beneficiará a Jaén, mayor productor del mundo, que desde que Trump impuso estos aranceles ha cosechado una caída de la renta neta de 248 millones de euros, según explica el analista oleícola internacional, consultor estratégico y profesor de la UJA, Juan Vilar. Dos asesores de Biden dijeron seis días antes de las elecciones respecto a esta materia que el punto de partida sería no repetir los errores del presidente Donald Trump cuando puso aranceles a los productos europeos y canadienses como parte de su agenda “América primero”.
No obstante, el asunto es mucho más complejo. Los aranceles a aceite de oliva español (junto a otros productos) estaban ya en la agenda estadounidense antes de la llegada de Trump, ya que las subvenciones de 50 céntimos al kilo de aceite de oliva o de otros 50 céntimos a los cinco kilos de aceituna, hacían que el precio del aceite de oliva español fuera más barato que el de sus competidores directos, principalmente Italia. Según explica Juan Vilar, esta circunstancia, junto a que España es el mayor productor mundial (Jaén produce el 25% del aceite de oliva del planeta) y que Estados Unidos consume el 12 por ciento mundial, produciendo solo el dos por ciento, hacía que España fuera el primer suministrador de aceite de oliva a Estados Unidos, delante de Italia, Túnez, Portugal o Grecia. Sin embargo, lo que fue determinante fue la guerra comercial con Airbus, el gigante aeronáutico europeo para que Donald Trump castigara a los países que forman parte de la empresa: España, Francia, Alemania y Reino Unido. Todos ellos fueron ‘castigados’ con aranceles a productos agroalimentarios. En el caso de España, la elección del chef José Andrés, enemigo de Trump con varios procesos judiciales abiertos, para promocionar la aceituna negra de mesa, tuvo también su peso.
Efecto
Las consecuencias de los aranceles (que también nos imponen Israel, Argentina o Brasil a España), según explica Juan Vilar, ha supuesto la caída de las exportaciones de aceite españolas un 87 por ciento, convirtiéndose Italia de nuevo en el primer mercado; y el incremento de las importaciones de España de aceite de otros países por valor de 248.000 toneladas, una cifra nunca alcanzada. El fin era envasar aceite de otra procedencia para evitar los aranceles del 25 por ciento. Con el paso de los meses esta circunstancia hizo que el resto de los países se quedara sin aceite y el gran mercado estadounidense sufriera incremento de precios, por la escasa oferta, y el efecto contrario que se pretendía con los aranceles. Esta subida de precios hace que el consumidor opte por otras grasas y el mercado del aceite de oliva americano, principalmente californiano, también se ha resentido. En todo este proceso, recientemente, la Comisión Internacional de Comercio le dio la razón a Europa y emplazó a EEUU a una revisión de los aranceles en el mes de enero, que coincidirá con la Administración Biden. Juan Vilar plantea tres escenarios posibles: que los quiten, que los mantengan, o que, incluso, incluyan a otros países. De este modo se sacudirían el efecto castigo por la producción de Airbus.
Por su parte, el secretario general de COAG Jaén y responsable regional de olivar en COAG-Andalucía, Juan Luis Ávila, cree que la llegada a la presidencia de Joe Biden podría ser la oportunidad para “la eliminación de unos aranceles que han sido muy injustos para el sector del aceite de oliva, unos aranceles que han hecho que este sector haya pagado los platos rotos del sector aeronáutico a nivel de la UE”. Los aranceles impuestos han supuesto una piedra más en el camino de un sector inmerso ya en una crisis de precios, del que viven en Andalucía más de 250.000 familias andaluzas, generando alrededor de 140.000 empleos.