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Lo que queda del día

Adiós a los amistosos

El interés con que se siguen hoy en día los partidos de la Selección Española de fútbol no tiene igual, y eso se comprueba hasta en la celebración de los amistosos, cuyos índices de audiencia habían caído a límites preocuopantes hasta poco antes de la Eurocopa de 2008. Si bien es cierto que a ello ha ayudado el creciente nivel de los rivales ante los que la Roja ha jugado sus últimos encuentros preparatorios -Francia, Italia, Inglaterra, la otra noche Argentina-, tampoco hay que dejar a un lado el atractivo juego de un equipo con el que se disfruta cada uno de los encuentros que disputa.

La cita ante Argentina era muy especial: por el rival, por el entrenador, por las similitudes escénico ambientales del partido al de una competición como el Mundial... y, pese a certificar los momentos de gran juego desplegado por el equipo de Del Bosque, lo más importante fue comprobar su capacidad para desenvolverse ante las adversidades propias de un encuentro de fútbol en el que, a veces, la calidad del juego puede no ir acompañada del resultado. Partidos como el del sábado ante Argentina puede encontrárselos España en la próxima cita de Sudáfrica, sobre todo una vez superada la primera fase: rivales furiosos, errores arbitrales, inesperados goles en contra... De nada servirá la intachable trayectoria de nuestra Selección hasta el Mundial si llegado el momento no tiene en cuenta esas peligrosas variables, las mismas que, precisamente, nos bajaron de la nube en las semifinales contra Estados Unidos en ese torneo de verano que algunos disfrazaron de Mundialito.
n La culpa, de la prensa Ha dicho esta semana Juan Ramón López Caro, ex del Real Madrid y Celta de Vigo y actual seleccionador sub 21, que la culpa de la eliminación de los madridistas ante el Alcorcón la tiene la prensa, el ambiente hostil creado por los medios en torno al club ante el decisivo choque. ¿Acaso olvida o duda López Caro de la profesionalidad de la plantilla merengue? No obstante, la barbaridad del entrenador lebrijano tal vez lo sea menos si tenemos en cuenta la maleabilidad de la prensa deportiva madrileña, para la que no existen los términos medios entregada como está al cumplimiento de unas ventas diarias. No se puede pasar de matar al entrenador (tras el famoso 4-0), a elogiar sus decisiones tácticas tras las victorias en liga y el empate en Milán, para volver de nuevo a pedir su cabeza. En el fútbol no puede haber un solo de paso del amor al odio.

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