Un nuevo verano que termina, el verano de la esperanza, tras padecer el verano del castigo al que nos sometió la pandemia. En cambio, el de este año 2021 sido como el renacer de la ilusión, de nuestras playas, nuestras terrazas y restaurantes, era casi imposible encontrar una mesa libre en primera línea de costa durante los meses de julio y agosto. Las sonrisas volvieron a poblar nuestras calles, se veían la mascarilla en la mano hasta llegar a lugares concurridos. Todo empieza a volver a tener la normalidad que añorábamos. La Plaza del Faro, volvió acoger conciertos tomando el relevo que le dio los meses de julio y agosto el Centro Cultural El Matadero.
Pero cuando abunda la afluencia de personas, también proliferan la demanda de más limpieza, acumulación de basuras, y en definitiva se pone en evidencia las carencias de servicios de un municipio que con unos muy justos ingresos, tiene que satisfacer a una población que se triplica en verano.
En una de las variadas actividades culturales que hemos tenido en el Matadero, tuve la ocasión de acompañar al escritor José Luis Garrido en la presentación de su libro ‘Barbate, Barbate’, una obra de un antequerano, con la edad suficiente como para poder decir lo que quiera, cuando quiera y como quiera. En esta presentación habló de lo llamativo que resultaba para él cómo nuestro pueblo, con la deuda heredada y más de un 80% de su terreno con algún tipo de afectación, podía salir adelante. Asegurando que Barbate tenía de los PIB más bajos de toda España al no tener terreno para crecer, y le sorprendía cómo en las redes sociales se criticaba tanto la situación de limpieza y no se valoraba lo que el consideraba la mejor noticia de los últimos años, el de habernos puestos al día con la Seguridad Social y Hacienda.
A las pocas semanas de la presentación de José Luis, me llama una amiga que está haciendo un estudio de los presupuestos de los municipios de la zona. Me trasladaba su sorpresa al comprobar como localidades cercanas, caso de Conil, duplican el presupuesto anual de su Ayuntamiento en comparación con el de Barbate, algo que ocurría también con otras localidades de similares características a la nuestra. A pesar de todo, continuamos comprobando cómo seguimos hablando de la suciedad de las calles y de las bolsas de basura que rodean los contenedores, por cierto, algunos vacíos pero la bolsa de basura fuera.
Barbate, ha vuelto a ser una referencia turística en Cádiz y en el territorio nacional, un trabajo generado por el aumento y mejora de la calidad de los servicios de hostelería, por el inmejorable emplazamiento de nuestro término municipal, la riqueza gastronómica de nuestros restaurantes, pero también es justo decirlo que gracias al trabajo de la administración local, desde Turismo, Cultura y la propia Alcaldía.
Pero nada de esto será sostenible si la propia ciudadanía no se da cuenta de la importancia que tiene el concepto de mantener nuestras calles limpias.
La memoria histórica es importante y mirar atrás sólo un año vemos como una pandemia había herido gravemente nuestra salud y economía, por eso debemos de aprender a saber cuidar lo que tenemos para mejorarlo cada día y seguir creciendo dentro de nuestras limitaciones, porque hay una cosa que el barbateño debe tener muy claro y es que vivir en un Paraíso, también tiene unos costes, y este coste no será económico mientras que el valor cívico predomine en nuestros vecinos, en caso contrario, el turismo volverá a volar y los impuestos tendrán que subir para mantener la limpieza de nuestras calles