El último partido de la temporada en el Ramón Sánchez-Pizjuán ha sido cuanto menos atípico. Los focos se han alejado del fútbol, y la relevancia ha caído sobre las protestas contra el actual Consejo de Administración y las expulsiones que han sufrido los locales. Dos tarjetas rojas que han condenado al Sevilla FC a caer contra el Real Madrid por 0-2.
Como se ha dicho, el choque no podía empezar de forma más diferente en Nervión. Si ya de por sí era extraño ver al estadio con Gol Norte vacío y con muchos asientos sin ocupar en forma de lucha contra la directiva, el duelo se puso más cuesta arriba si cabe cuando Badé fue expulsado en el minuto doce de partido.
Una tarjeta roja muy polémica, ya que el defensa francés tocó ligeramente a Mbappé, que no llegaba al balón en largo que le había puesto Bellingham, dejándose caer y provocando que Mateo Busquets Ferrer levantara la cartulina. Tras una revisión del VAR, la expulsión fue firme y el partido insalvable.
Para colmo, Lukebakio no estaba teniendo el día, como viene acostumbrando en sus últimas actuaciones el belga no acertaba ni en los regates, ni en los remates.
Y aunque los blanquirrojos se defendían con uñas y dientes en inferioridad, el tanto de los madrileño estaba al caer. Mbappé avisó en un mano a mano contra Nyland que se fue ligeramente desviado del palo izquierdo del portero.
No obstante, Álvaro García Pascual pudo cambiar el guión de la película cuando le robó el balón a Jacobo Ramón y se plantó solo delante de Lunin. Pero, para decepción de los pocos aficionados presentes, el disparo no fue preciso y se estrelló en el lateral de la red.
La primera mitad acabó mal para los nervionenses, pues la segunda inició peor. El Sevilla se quedaba con nueve dado que Isaac Romero, que acababa de saltar al césped, fue expulsado tras una fea entrada a Tchouaméni con los tacos por delante.
A partir de ahí, el dominio de los de la capital fue más que evidente y en las gradas, que ya se habían llenado al descanso, se prestaba más atención a cantar contra el palco que a mirar el partido. El resultado era lo de menos, la hinchada tenía claro que tenía que aprovechar para defender a su club, que se desangra poco a poco.
Volviendo al encuentro, Gudelj dio oxígeno extra a los suyos sacando un chut de Valverde en la línea de gol. Pero el gol de los visitantes era inevitable. Tanto que Mbappé la estrelló en el larguero a la primera, pero a la segunda ya no perdonó.
Disparo potente y raso de la estrella mundial desde fuera del área que fue imposible de parar para Nyland. El segundo de los de naranja llegaría de las botas de Bellingham, que remató a placer una pelota que venía de un cabezazo de Gonzalo, canterano madridista.
Un último partido del curso en Nervión que refleja a la perfección la temporada sevillista. Caos, malas decisiones y derrota.