Muchas veces, más de las recomendables y necesarias, en política lo importante no es lo que seas sino lo que la gente crees que eres.Hay quienes bastardean esto haciendo de su actuación pública un puro espectáculo, otros sin embargo se esfuerzan en comunicar sus ideas y mensajes lo mejor posible.
Unos y otros pueden confundirse pero son muy distintos en sus fondos y formas, en sus precios y valores, en sus lealtades y compromisos. No podemos admitir esa falsa e injusta generalización de que todos los políticos son iguales.
También los hay quienes afectados por el principio de Peter y favorecidos por las circunstancias tienden a ascender hasta su nivel de incompetencia o aquellos otros que siempre están pensando en asegurarse sus intereses al precio que sea, y en una ética de quita y pon o chaquetera, presumen que ellos son fieles a sus ideas, pero en su versatilidad siguen el pensamiento de Marx, cuidado no de Carlos, sino de Groucho “estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros”
De usar y tirar es la moral de algunos de los personajes de la vida pública, todo el tiempo aparentando lo que no son, intentado contentar a su jefe y colocando todo tipo de limitaciones y cortapisas a quien considera sus súbditos, olvidándose con frecuencia que se gobierna en democracia elegidos por iguales que tú y para quienes son como uno, que se llaman ciudadanos, con todos sus deberes y derechos constitucionales.
Con frecuencia niegan la realidad , y esta es admitida si la pueden controlar o los sujetos que la conforman se pliegan a su santa voluntad, pero si alguien en el libre ejercicio de pensar y manifestar su discrepancia es declarado enemigo público, se le envía toda la jauría de perros fieles para que le muerdan y difamen.
Si estos no cumplen con su tarea y les parece torpe e irracional tal estrategia, entonces son amenazados con el destierro o el ostracismo y jamás serán tenidos en cuenta por el señor de todo lo que es y se mueve.Llegado este momento, es posible queridos lectores, que esto les suene a un fantástico y cruel cuento, nada más lejos de la realidad.
Por jodidos que nos sintamos, por muchas que sean nuestras necesidades, debemos mantener nuestra dignidad y no podemos admitir ni consentir las bravuconadas ni las amenazas de quienes se dicen demócratas pero actúan como verdaderos dictadores, de estos fieros leones con los débiles y mansos y silenciosos corderos con los fuertes.
Hemos de rebelarnos antes que huela a podrido, ante cualquier tipo de corrupción y tenemos que quitarles la careta a quienes predican una cosa y hacen justo la contraria, los que utilizan su estatus de poder para maltratar a los demás.
Mientras, sentados en sus poltronas de reyezuelos, adornados con sus vestimentas , coronas y cetros , como patriotas de hojalata , gustan de infinitos desfiles de siervos y halagos que guardan ceremonialmente colas para poder saludarle y reverenciarle, y pretenden que el mundo entero vaya a su encuentro, sin enterarse que forman parte de él.
Este retrato, a caballo entre la chusma y la pantomima, aderezado con la literatura, puede estar sucediendo a nuestro lado, en estos momentos , y al igual que se va a cambiar el Código Penal para que los gestores públicos que falseen las cuentas vayan a prisión, a los impostores de la democracia debemos expulsarlos de la vida política.
