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Conil

Belén Mayoral: "Mi lucha pendiente es con la gente del campo. Nos cuesta llegar"

Hablamos con Belén Mayoral, Secretaria de Relaciones Públicas de la asociación LGTBIQLa Janda-Conil

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  • Belén Mayoral, Secretaria de Relaciones Públicas LGTBIQLa Janda-Conil

La lucha por los derechos LGTBIQ+ en Conil tiene ya más de una década de historia. Desde que en 2012 naciera la Asociación La Janda-Conil, este colectivo ha estado al frente de campañas de sensibilización, jornadas, talleres y, sobre todo, de la Verbena Orgullosa: una celebración combativa que mezcla música, manifestación y memoria en pleno centro del pueblo. En su edición de 2025, la cita ha congregado a más de mil personas, consolidándose como uno de los actos reivindicativos más potentes de la comarca.

Charlamos con Belén Mayoral, Secretaria de Relaciones Públicas de la asociación LGTBIQLa Janda-Conil, para repasar los avances, carencias y retos que enfrenta el colectivo en la actualidad.

¿Cómo valoras la acogida que tuvo la Verbena Orgullosa este año?

La valoración de la Verbena Orgullosa es bastante positiva. Ha venido muchísima más gente que otros años. También estamos en una calle más céntrica en Conil, porque al final la calle Herrería… o pasabas por ahí, o no sabías que podía estar la verbena. El Ayuntamiento ha participado y ha estado más institucionalmente presente en esta verbena, así que para nosotras es algo muy, muy positivo. El año pasado ya se nos estaba escapando de las manos: hubo alrededor de 1.400 personas en la calle Herrería, que es una calle pequeña. Entonces, la verdad, la gente que suele venir a esta reivindicación, a esta celebración de lucha, suele ser gente que viene concienciada y sabe a lo que viene, sabe que no viene a un festival ni a desparramar ni nada de eso. Viene a seguir luchando por la causa.

¿Cuáles dirías que son las principales problemáticas actuales del colectivo en Conil?

El principal problema que tenemos, como el resto de asociaciones, es a nivel interno: el tema de la financiación y el voluntariado. Hay muy poco. Y la gente, cuando entra en una asociación, se piensa que va a cobrar, que la asociación tiene dinero, que esto es un trabajo... Y no. Esto es un trabajo voluntario. Si no tienes esa voluntad de trabajar gratuitamente por algo en lo que crees, no vas a hacer nada. Y luego, respecto a las problemáticas de usuarios y usuarias, sobre todo está el tema del bullying en institutos y colegios. Se siguen dando muchos casos. El bullying más recurrente en los colegios es el LGTBIfóbico, más que el bullying físico... La palabra “maricón” es súper recurrente para todos los insultos en todo momento. Lo mismo con “bollera” o “tortillera”. Son palabras muy recurrentes en todas las etapas de la vida. Creemos que debe haber una educación desde las familias y también en los colegios. Debería estar en el currículo de todos los centros: una asignatura sobre diversidad.

¿Y en qué aspectos ha habido mejoras o avances, desde tu perspectiva?

Desde mi perspectiva, aquí en el pueblo, realmente no hay muchos cambios. Pero, por ejemplo, yo que me junto con gente de mi edad, sí noto un cambio.. Antes no se hablaban de ciertos temas porque daban vergüenza. La gente de mi generación, que somos post-franquistas, tiene muy normalizado que fueras del colectivo o lo que te diera la gana. Yo, cuando hablo con adolescentes de 14 o 15 años, sí noto que hay grupos que tienen súper asumido que todo es fluido, que cada uno puede ser lo que le dé la gana. Pero también hay otro grupo dentro de esa misma generación que no lo tiene tan claro.  Sí noto mucho machismo, mucho control hacia ellas. Yo vengo de una generación en la que el machismo estaba implícito en el ADN. La represión de la dictadura todavía se notaba. Nos ha costado quitárnosla. Ahora hay gente más libre y clara, pero también sigue habiendo matones o matonas de clase.

¿Cómo se refleja la diversidad en los espacios públicos, centros educativos?

En los centros educativos, bastante. Dentro del currículo que les deja hacer la Junta de Andalucía, sí se trabaja el tema de la diversidad y la LGTBIfobia. Por ejemplo, el IES Los Molinos tiene las escaleras pintadas con los colores de la bandera del colectivo. En el IES Atalaya también. El colegio Jesús María José también trabaja la diversidad desde otro enfoque, pero lo hace. En general, todos trabajan el tema. Hay algunos padres o madres que son más reacios, pero en general bastante bien. Los chicos, chicas y chiques suelen participar bastante cuando la asociación hace actos, aunque ahora hay más impedimentos para sacar a la gente de clase.

¿Dónde tenéis la sede actualmente y cómo se financia la asociación?

Tenemos la sede en el bar Tomate Algo porque no hay locales públicos en el Ayuntamiento de Conil para ninguna asociación. Entonces, la gente se piensa que cuando hacemos la Verbena Orgullosa en la calle Herrería, el beneficio es para el bar. Y no es así: el beneficio que sacamos ese día es para la asociación, para poder trabajar durante todo el año. Este año, por ejemplo, Raquel cerró el sábado y eso les repercute económicamente. Pero ellas entienden que la causa está por encima del negocio. La causa es la lucha del colectivo LGTBIQ+, que al final es la lucha por los derechos humanos. Todo lo que recaudamos es para afrontar los gastos del año. Hemos ido tres veces a Cádiz a firmar convenios, recibir premios o reunirnos con instituciones. Todo eso sale de nuestro bolsillo. El día 20 de septiembre, por ejemplo, tenemos que ir a Torremolinos un evento importante de activismo LGTBI. El 9 nos entregan otro premio, el 22 de noviembre tenemos jornada en Jaén… Todo eso implica dinero. Si no montamos la barra solidaria, no podemos hacer nada.

¿Qué acciones concretas ha llevado a cabo el Ayuntamiento de Conil para apoyar al colectivo?

Hace ya unos años, en sus inicios,la verbena la organizamos casi en la clandestinidad. Pero cuando vieron que teníamos una sede, entendieron que teníamos derecho a celebrar un acto como cualquier otra asociación. Aun así, ese año no recibimos ninguna ayuda: tuvimos que ir negocio por negocio pidiendo apoyo económico. Así estuvimos durante cuatro años, hasta 2020. A partir de ahí, el Ayuntamiento comenzó a colaborar con el escenario y el sonido y la iluminación. Sin embargo, los músicos y artistas seguían corriendo de nuestra cuenta. No fue hasta 2023 cuando asumieron también esos costes. En 2024, el delegado de Turismo, José Ramón, gestionó directamente el tema de los artistas, luces y sonido. Este año, además, el propio Ayuntamiento organizó la batucada y la performance. Por nuestra parte, nos encargamos de la lectura del manifiesto y participamos activamente en la organización. Quedan cosas por mejorar, claro, pero el balance es positivo. Eso sí, hemos echado en falta una mayor implicación del equipo de gobierno al completo. No decimos que tengan que estar los once concejales, pero sí que haya al menos una representación de cada grupo político en todos los actos, tanto los nuestros como los institucionales.

¿Qué haría falta para avanzar hacia un Conil verdaderamente inclusivo?

Lo primero que llevamos reclamando como diez años: que el funcionariado esté educado y sepa cómo tratar a la gente del colectivo. Funcionarios de administración o de los cuerpos de seguridad no siempre saben cómo tratar a una persona intersexual, lesbiana o gay… También faltan campañas de sensibilización durante todo el año. No basta con hacer algo solo en el mes del Orgullo. No digo que pongan una bandera todos los días, pero por ejemplo, el día contra la transfobia o el del VIH, en diciembre, se debe de hacer algo. Queremos que firmen el convenio de “Municipios orgullosos” y que se declare Conil como pueblo contra la LGTBIfobia. Son cosas que no cuestan mucho dinero y que visibilizan.

¿Cómo ves el futuro del colectivo en Conil? ¿Eres optimista?

Nosotras tenemos ganas de seguir trabajando. Nos gustaría que hubiera relevo generacional, que gente joven se hiciera cargo o que montaran su propia asociación. No tenemos problema. Al revés: ofreceríamos nuestra ayuda, nuestra experiencia. Pero sería importante que esa gente joven se concienciara y luchara por los derechos del colectivo. Al final, yo no tengo el mismo sentir que los jóvenes. Yo no me muevo por los mismos espacios no sé cuáles son sus anhelos, sus carencias.

¿Qué mensaje te gustaría dar a las personas LGTBIQ+, tanto jóvenes como mayores, que están creciendo en pueblos?

Pues quehay que seguir en la calle, en la lucha. No podemos dar un paso atrás. Hay que estar alerta porque se avecinan malos tiempos. No es una frase hecha: van a gobernar y hay que estar ahí. Mi lucha pendiente es con la gente del campo. Nos cuesta llegar. Hay gente muy progresista, pero también muchos casos donde cuesta dar el paso. Ese es el reto. Pero creo que hay mucha gente concienciada y hay que seguir plantando cara. No podemos retroceder.

 

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