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Lo que queda del día

Jerez y su amplia paleta de colores

Las teorías de la caza de rojos pueden animar el debate político, pero aquí la cuestión no está en los colores, sino en las alternativas que nadie ha sabido aportar para evitar los despidos en el Ayuntamiento

antonio Sanz, que se define en su perfil de Twitter como “gaditano comprometido”, ha elegido como mano derecha de su nuevo proyecto político a su -no obstante- paisano jerezano, Antonio Saldaña, quien ya se ha instalado con plenos poderes en la sede provincial del partido una vez desprendidos buena parte de los que tenía asumidos en Jerez. Como no se puede estar en misa y repicando, el ascenso ha privado a Saldaña de una parte importante de la que era su acción de gobierno hasta ahora, pero sobre todo va a privar a la alcaldesa, al menos de cara a la opinión pública, del que se había convertido en el referente indiscutible del ejecutivo.

Porque va a estar para coordinar, para asesorar, para debatir, para analizar, pero no va a poder estar en todas esas ocasiones en las que un primer teniente de Alcaldesa tiene que ejercer de guardaespaldas, en las que tiene que saltar e interponer su pecho en el camino de las balas de la oposición o soportar y desviar los golpes destinados a quien debe evitar desgastarse en el combate cuerpo a cuerpo. De hecho, el primer viernes en que ha estado ausente  la alcaldesa ha tenido que hacer frente a las graves, pero también inconcretas, acusaciones del Grupo Municipal Socialista sobre el listado “en colores” de la plantilla municipal.

Digo graves, por la mera existencia de un listado de esas características, pero también inconcretas desde el momento en que se pretende dar a entender que detrás de cada contratación de cualquier persona en el Ayuntamiento  -más aún, de cada despido, lo que induce a pensar que estamos ante un documento premeditado-, hay un compromiso político, una simpatía, incluso una militancia, algo imposible de probar en la mayoría de los casos, y desde la que se sustenta la teoría de la “purga política”, que es a donde, en realidad, quiere llegar el principal grupo de la oposición: a la “caza del rojo”, como la han llamado algunos.

Una teoría, por cierto, que sigue sin conducir a ningún sitio, ya que lo que para unos son criterios objetivos basados en el rendimiento y los méritos profesionales de cara miembro de la plantilla, para los demás solo tiene que ver con los méritos por los que se accedió al Ayuntamiento o por la filiación política, cuando la auténtica cuestión radica en las alternativas que tenían que haber ofrecido y aportado entre todos, desde el Gobierno y la oposición, hasta los sindicatos, para no haber tenido que llegar a ningún despido, objetivo ni subjetivo.

Por lo demás, si la necesidad de calcular qué personas recibieron el alta laboral en cada una de las etapas de Gobierno del Ayuntamiento se debe a una cuestión probatoria, para aclarar que el número de personas contratadas por el PP en 2003 era muy inferior al divulgado, y muy por debajo de las contrataciones realizadas por pachequistas y socialistas, no hay nada tan sencillo como establecer criterios de búsqueda por fechas, sin necesidad de colores ni referencias políticas.

Y es ahí donde la alcaldesa deberá depurar responsabilidades, porque no parece justificada la necesidad de elaborar un listado sobre cada empleado y que se subraye o coloree quién gobernaba cuando fue contratado, algo que, además de gratuito, da rienda suelta ahora a las suspicacias y a las desconfianzas dentro de una plantilla ya de por sí minada en el ánimo por los procesos de regulación de empleo que se siguen viviendo a lo largo de este año.

De fondo, más colores, los del centro en fiestas, pan y circo, ambientado por una abrumadora lista de actividades, casi como si las vendieran al peso, pero siempre agradecidas. Por fortuna los pitufos siguen vistiendo como el Xerez -su defensa también sigue contagiada de cierto espíritu infantil-, porque ya solo les faltaba haberlo hecho este año de azul y amarillo, fruto de ese afán conciliador que nos ha entrado por Cádiz, a la que hasta vamos a premiar con el Ciudad de Jerez -sé que lo que planteo formaría parte de un sueño o de una realidad paralela, pero ¿habría dedicado Jerez este premio a Cádiz si la alcaldesa fuese Marta Meléndez?- y a la que hemos dejado que se quede con buena parte del botín del Estado -esperamos que a buen recaudo- en favor del segundo puente. Todo un máster en buenismo.

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